jueves, febrero 24, 2011

Opinión - ¿Se cumplen los criterios de la IRB?


Hacé décadas que el rugby -merced a las nuevas tecnologías de la comunicación audiovisual e informática- parece haber crecido en calidad. Y digo: "parece", porque en realidad aún reina cierto desconcierto no sólo entre quienes ejercen el coaching de todo tipo dentro de nuestro apasionante deporte, sino entre quienes participan del juego activa o pasivamente y sus evaluadores; y ni hablar de las muchas veces confundidas subcomisiones de disciplina. Si bien es cierto que sigue siendo complicada la uniformidad de criterio en cuanto a la interpretación estrictamente reglamentaria del rugby, no menos preocupante es lo que el mundo rugbístico recibe en cuanto a incumplidas directivas de la máxima autoridad internacional (IRB), que precisamente no son ideadas siempre por una cúpula de expertos dirigentes mundiales sino que son el lógico resultado de previos intercambios y consensos de ella y de su entorno, que comienza justa y democráticamente en cada nación integrante del famoso Board, cuando traslada a él sus pareceres e interrogantes. Varias de las instancias del juego que mayores dudas generan en protagonistas directos, indirectos y en los propios espectadores -a quienes "comercialmente" hay que conformar para que el rugby siempre cuente con auspiciantes de relevancia- son las siguientes:

a) Existen jugadores, que aún derribados mediante el asimiento de rigor reglamentario y ya en el suelo, no liberan la pelota "inmediatamente", es decir, continúan -acaso arrastrándose y luego intentando ponerse de pie en el mejor de los casos- poseyendo la pelota cuando en realidad ya habían sido "tackleados" y liberados "de inmediato" por sus rivales. Ergo, el tackle se produjo tal como está descrito en las leyes del juego pero el claro infractor (sin soltar la pelota en momento alguno y sin volver a estar de pie) continúa con la posesión de la ovalada sin ser sancionado. Reitero: el "tackle" se produjo tal como está prescrito.

b) Existen jugadores de pie (si fueron tackleadores se levantaron "inmediatamente" para volver a disputar "inmediatamente" la posesión de la pelota) dispuestos (uno o dos, generalmente) a recuperar para sus equipos el bien tan preciado. No obstante, persisten criterios erróneos de no "premiar" tal destreza (la "pesca" rugbística es al mismo tiempo muy agotadora y decepcionante, por cierto); sino de extender o prolongar el tiempo y la forma de posesión de la pelota del jugador tackleado, contrariando claramente la semántica que le da sentido y cierta precisión al vocablo "inmediatamente". En esta circunstancia del juego, también es muy cierto, que varios jugadores que tacklean impiden la libre -en realidad:"inmediata"- disponibilidad de la pelota a quien fuere (compañeros y adversarios), y algunas veces son correctamente sancionados por ser "remisos" a permitir que continúe o fluya -en términos lógicos- el juego. Pero también, varios quedan apresados sin culpabilidad alguna e incluso desesperadamente (en ocasiones) se agitan desde el suelo para demostrar que realmente no están en condiciones de salir -sin dolo ni culpa- "inmediatamente" de la situación, "inmediatamente" posterior al tackle. En este último sentido, se aprecia -en general y salvo excepciones que se detectan- como un "logro" reglamentario, que es dificil hallar a algún jugador en papel de "vengador" o "liberador ilegal" cuando la pelota tarda en emerger de una formación espontánea. Por el contrario, el protagonista, sabiéndose televisado y consecuentemente pasible de ser sancionado (aún de oficio por la propia IRB o por una Unión importante que cuente con recursos de filmación), "obedece" al referee "guía - conductor", o bien, lo hace sin que necesariamente medie prevención oral alguna.

c) Parece que en el rugby actual -tras la reciente vuelta atrás- "nadie" (rival del portador de la pelota) voltea o derriba un maul claramente consumado, siempre según las leyes del juego. Lamentablemente, es muy dificil verificar -salvo algún caso muy aislado- que un referee de la jerarquía que fuese (incluyo como agravante al escalafón de los 10 mejores del mundo) ha otorgado un penal por esta peligrosa acción, tanto para quien la genera como para quienes la sufren de repente, o sea, sin estar preparados (en correcta posición de asimiento o bien, portando la pelota) para defenderse de un presunto tackle, ya que ese "tackle" está prohibido "expresamente" en esa "expresa" instancia.

d) Parece que persiste el criterio de posesión de la pelota cuasi "in eternum". Lo que fue un maul (repito: "lo que fue" un maul, pues concluyó) se pretende prolongarlo más allá de lo que señala la ley específica. Así se verifican -varias veces- usuarios (jugadores) que abordan "trencitos" mientras el "guarda" porta en el "furgón de cola" la preciada "linterna" (pelota) que -desde ya- no admite discusiones acerca de su "dueño". Así, el "trencito" que -acaso originariamente- traccionaba dentro de la legalidad, ahora es conducido a como dé lugar, no por quien debe encabezarlo sino por un par de "guardabarreras" que impide el acceso, despejando los "rieles" a diestra y siniestra, para que "el juego fluya" y siga siendo "atractivo", gracias a la menor disputa posible de la pelota.

e) Parece -siempre en general y no en particular- que el asimiento en scrums (tercera línea), mauls y rucks (todos los que intervienen), basta con simularlo mediante una mano, la mitad del brazo, un codo o algunos dedos aferrados a algún pliegue de alguna camiseta -ceñida o no- de algún jugador compañero y hasta de alguna de un rival. Y ¡muuuchas veces! estos infractores influyen en jugadas ulteriores "inmediatas", interviniendo en el juego al detener (directamente) o contribuir (indirectamente) a hacerlo, a un rival portador de la pelota.

f) Parece ahora, que la correcta captura de la pelota en el aire, inmediatamente después de que un rival -emisor- efectuase un puntapié a ella que adquirió gran altura, avala también que el receptor de dicha pelota, intencionalmente coloque una de sus piernas de forma claramente imprudente, adelantándola a la otra que le servirá de apoyo cuando pise el suelo, y disponiendo la plancha del pie -con "inocentes" tapones- de esa misma pierna adelantada, contra la integridad física de quien procura tacklearlo (desde ya, cuando alcance con sus pies el suelo) o de quien pugna por alcanzar también la misma pelota en una correcta disputa aérea, es decir, sin que medie carga ilícita alguna contra el eventual receptor, por parte del jugador que pertenece al equipo que pateó al cielo del campo de juego, esa pelota en disputa aún, y por ende, absolutamente lícita.

g) Hace 17 años la IRB recomendó ("recordó", ¿"ordenó"?) por primera vez en la historia del juego, la sanción del equipo cuyos jugadores arrojen la pelota al scrum de modo ilícito -parcial- (torcido; o en la jerga chilena: pelota "chueca"). Entonces, los jugadores que debían iniciar esta formación, comenzaron a pararse perpendicularmente a la altura de los hombros de sus compañeros de la primera línea arrojando la pelota "derecha" o "recta" en el sentido indicado. Detectada la nueva variante que finaliza -de todos modos- en la ilegalidad, la IRB insistió en reclamar a los referees que verificasen la posición de quien arroja la pelota y da inicio al scrum. No obstante, continúa el ilegal y burdo "echa-saca"; y que el hooker rival se abstenga de reclamar -durante un tercer tiempo- lo que le pertenece prima facie de pleno derecho: la disputa de la pelota; ni más ni menos. Claro está (¿"claro está"?) que en los line out se verifica -en general- una correcta sanción para quienes arrojan la pelota de manera parcial. Sin embargo, el scrum -según la IRB, los jugadores, los entrenadores, los coaches, los evaluadores, los auspiciantes, los referees asistentes, los periodistas y el público- lo único de "interesante" que tiene, es que se repite y reitera hasta el cansancio de propios y extraños, merced al denominado "colapso" -casi siempre intencional; menos para el referee; fascinado en ordenar que vuelva a iniciarse ("reseteo") hasta que éste logre discernir quién ha provocado el nuevo derrumbe; y muchas veces, simulando saberlo, sanciona a alguno de los bandos (¿quién podría discutírselo?), para felicidad del equipo beneficiado mediante el consecuente penalty kick.

Un señor me decía que dentro de la IRB hay muchas Uniones (poderosas o no) y que a su vez, algunas "se manejan" con leyes propias (¿"códigos"?); más allá (¿o "majacá"?) de los ritmos comerciales o de la dinámica del juego. Otro señor -quien suscribe este comentario- se repite a sí mismo y se permite hacer extensivo "urbi et orbi", el siguiente pensamiento: las leyes y el espíritu de ellas sólo pueden modificarse cuando se aprueban otras que las sustituyan, pero nunca antes, guste o disguste a quien fuere. Toda otra interpretación parece significar una nueva variante de lo que la mayoría suele denominar como "hipocresía"...y en tal sentido, a quien le quepa el sayo -sea quien fuere- que se lo ponga; sin declamaciones y de una vez por todas, "por el bien del espíritu del rugby".

Socio activo, ex jugador y ex dirigente del Roca RC y de la URAVRNyN
Socio de campo y ex jugador del CASI y Los Pumitas UAR
Ex referee local, regional y nacional
Ex coach y evaluador UAR de referees

1 comentario:

Horacio "Negro" Quiroga dijo...

Patricio

Qué buena observación de la realidad que nos toca padecer. Soy de los que permanentemente se preguntan por qué ocurre lo que describís y creo que como bien mencionás, es todo para que fluya y que el espectáculo no decaiga y que sea atractivo para los que menos entienden.

Coincido en que sería mucho más justo y propio del fair play plantear las reglas de forma tal que puedan ser cumplidas y que la discrecionalidad del árbitro quede reducida a la mínima expresión y de esta forma, los protagonistas sean los dos equipos y no el que dirige, como sucede en muchas oportunidades. Hacerlo será una gran contribución al espíritu del juego.

Te mando un abrazo

Negro Quiroga