El deporte continuamente pone en evidencia la maestría ya que se presenta como una compleja dinámica entre habilidades, destrezas, acción, pero asimismo se ve influido de forma notable por el estado anímico del deportista, por sus miedos, temores, confianza en sí mismo, presión del ambiente, por lo que podemos afirmar que no solamente un buen rendimiento está determinado por aspectos físicos, técnicos y tácticos, sino que también influyen aspectos cognitivos, volitivos, motivacionales y emocionales.
Todo deporte supone decisiones, indecisiones, deseos, dudas, temores, voluntades. Ante esta perspectiva son numerosas las cuestiones que se plantean, y podríamos preguntarnos qué es lo que diferencia realmente a un buen deportista de un excelente deportista, de un campeón del resto, que a pesar de poseer condiciones físicas y técnicas no alcanzan a la meta. Es difícil llegar a la zona de elite si no se poseen habilidades psicológicas trabajadas, si no se tiene la capacidad de afrontamiento de diferentes situaciones y un fuerte convencimiento de “poder llegar”. Junto a su voluntad, esfuerzo y sacrificio se le suma un alto porcentaje de dominio emocional, ya que en momentos clave pueden jugar en contra.
El deportista vive sumergido en un mundo de preguntas, ¿Qué hago?, ¿La paso?, ¿Y… si me equivoco?, ¿Pateo a cargar o hago unsalteo? es decir, continuas exigencias, demandas, elecciones, ante situaciones con diferentes grados de complejidad y riesgo. ¿Cómo es la toma de decisiones en un jugador? Tomar decisiones no es fácil, ésta va unida a la relación de riesgo de la jugada donde muchas veces la decisión no es la más correcta, ya que luego de la ejecución el resultado es irreversible...
Un jugador debe estar seguro a la hora de elegir, lo contrario lo convertiría en un ser sin coraje y temeroso, sin capacidad de jugarse por lo que piensa y desea. Muchos ante la decisión dan un paso atrás, inhibiéndose en la acción, ya que es más cómodo abstenerse y delegar la responsabilidad. Sin embargo, otros competidores ponen en práctica las instrucciones del entrenador, comparten sus responsabilidades con el equipo, tienen capacidad de autocrítica y tratan de aprovechar cada oportunidad que el juego permita para hacer “la jugada”.
En el deportista experto, las decisiones situacionales y de riesgo se simplifican llegando a formar esquemas automáticos de acción, lo que le permite optar por las respuestas más adecuados en cada caso, y reduciendo también la elección de las alternativas, opta por la mejor entre un conjunto limitado de éstas. Estas conductas dan lugar a respuestas más rápidas y eficientes, reflejándose en las estrategias de búsqueda visual de oportunidades. A medida que voy incorporando habilidades físicas de juego, doy la posibilidad de un menor espacio psíquico para la duda, y si antes eran diez, ahora serán cinco y así sucesivamente.
Muchos de los errores que suceden en un partido están relacionados a la caída del campo atencional, a deformadas percepciones de la realidad, a jugadas de anticipación ante situaciones de angustia, mala comunicación grupal, y erróneas decisiones, ya que la subjetividad de cada jugador se impone sobre la realidad común. También podemos nombrar la indecisión por exceso de perfeccionismo y miedo al error, la impulsividad donde los tiempos no concuerdan y, ante la necesidad de sacárselo de encima o de terminar con el problema lleva a pases interceptados, malos movimientos, pelotas bajas o que no salen del ingoal.
Los grandes jugadores sobresalen por su capacidad de resolución, rapidez y manejo de jugadas por sobre los que se desempeñan con lentitud al levantarse, realizar un pase, se “embarran” ellos mismos ante la poca decisión de jugadas. Elegir ser esto o aquello es afirmar el valor de tu elección, es ser uno mismo. Cuando hablamos de capacidad en la toma de decisiones, también lo relacionamos al tiempo de reacción el cual hace referencia al intervalo que se produce entre una señal y su respuesta.
El jugador experimentado posee una capacidad de reacción que le da la capacidad de englobar una totalidad de mensajes en uno solo; no así el temeroso que se achica ante demasiados pensamientos, no sabiendo qué hacer primero. El jugador debe poder trabajar con la incertidumbre, completar esa información con su lógica e ir más allá de esa búsqueda para poder predecir la jugada o el lugar por donde atacar. Muchas veces, la falta de decisión lleva a equipos a quedar atrapados en las decisiones del rival, o se dejan llevar por intuiciones poco fundadas en el juego abandonando el resultado en manos de la suerte.
En la toma de decisiones también debes tener en cuenta el poder ocultar tus intenciones al rival, ya sea en la manera de pararte, de mirarlo, en tu contrapaso. Tus decisiones deben ser rápidas y precisas ya que ante conductas rígidas y monótonas das pie al rival a que lea de antemano tu acción.
Es difícil elegir, decidir, la tragedia del hombre es tener que elegir a cada momento, todos los días de su vida y tener que renunciar a aquello que no elige. Siempre estamos eligiendo, hasta cuando no nos jugamos por nada estamos eligiendo.
En el deporte estamos obligados a improvisar, a crearnos y recrearnos cada uno de nosotros, somos actores que entran en la cancha sin papel ni guión y debemos elegir cómo queremos conducirnos.
En ese actuar nos vamos definiendo y eligiendo continuamente la clase de jugador que queremos ser.
Lic. Julia Alvarez Iguña
Psicología aplicada al Alto Rendimientojuliasports@fibertel.com.ar
http://www.psico-deportes.blogspot.com/
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