Hoy que ya el partido despedida es un recuerdo; como tantos grandes jugadores Agustín Pichot se transforma no solo en Leyenda sino en ejemplo a imitar.
Jugador y Capitán dentro y fuera de la cancha; gran amigo como pudimos atestigüar los que vimos a sus amigos, adversarios y a la gente de su club el C.A.S.I. brindarle el último adiós dentro de un campo y la bienvenida al que sin dudas bregará por el bien del Rugby en todo terreno de ahora en más.
Ahora recuerdos de otras épocas que seguramente Agustín tendrá como historias que le fueron contadas...
Con Ustedes:
Nicanor González del Solar en Recuerdos Sanisidrenses
Es difícil ser un periodista imparcial cuando debo referirme a un tema que es parte de mi vida. Nací en San Isidro, crecí en esa Zona del Gran Buenos Aires y, ahora, en mi madurez, continúo en la “Ciudad del Rugby”. Por supuesto, este deporte también me formó pues comencé en el CASI a los 6 (seis) años y jugué durante veinte, incluidos, 10 (diez) en Primera División.
Mi papá nos inculcó, a mis hermanos y a mí, la pasión por los tackles y los tries. Era hombre de CUBA (Club Universitario de Buenos Aires) pero, cuando se casó con una sanisidrense por adopción (mi mamá era sobrina de Ernesto de las Carreras, un intendente mítico de San Isidro), se hizo fanático de CASI. Vivíamos en Acassuso y, con la bicicleta, volábamos al Atlético para practicar todas las disciplinas: rugby, fútbol, natación, tenis, pelota con paleta. Todo dependía de la época del año.
Fue en la escuela secundaria cuando descubrí que los “de Boulogne” podían ser amigos y no sólo tenaces rivales en un campo de juego. El Colegio Nacional de San Isidro, en los años ´60, era quien abastecía de jugadores a los dos clubes. Cuando nos juntábamos, éramos imbatibles. Con muchachos de CASI y SIC fuimos varias veces campeones intercolegiales. Nuestro gran oponente era la Escuela Escocesa San Andrés, con muchachos que, en su mayoría, después pasaban al club Pueyrredón.
Los alumnos del Nacional de San Isidro no vivíamos la rivalidad de la misma forma que los mayores. Ya habían quedado atrás los desaguisados nacidos en 1935, cuando un importante grupo de rugbiers del Atlético se separó y fundó el San Isidro Club. En el colegio, algunos profesores nos recordaban que no era lo mismo pertenecer a una u otra institución. Por ejemplo, en Tercer Año sufrí en Anatomía porque el titular había sido del SIC y sabía que yo jugaba en el viejo club. Sólo me eximí el último día de clase. Del mismo modo, mi compañero de banco, Germán, pertenecía al San Isidro Club. Nuestro profesor de Instrucción Cívica, en Quinto Año, hombre del Atlético, no le dio alternativas y lo mandó a examen.
Cuando finalizaba el Bachillerato, con 17 años, tuve un halago extraordinario: Debuté en la Primera de CASI y nada menos que contra… ¡SIC! No sólo vencimos al rival de barrio sino que me quedé en el equipo superior durante… ¡10 temporadas!
Todo eso quedó atrás. En el siglo XXI, la puja se da en la cancha pero, fuera de ella, prevalece un ambiente de amistad y respeto.¿ Cuántas novias del Atlético se casaron con muchachos del SIC? (lo mismo vale si decimos “novios” del viejo club con “novias” del más joven) ¿Cuántos jugadores de un club tienen hijos que practican rugby en el otro instituto sanisidrense?, ¿Cuántos son socios comerciales o pertenecen a entidades políticas, sociales o religiosas que los unen, aun cuando vistieron, en sus tiempos de jugadores, las distintas camisetas? MUCHOS.
Gente del CASI y de SIC (Marcos Julianes, Rodolfo O´Reilly, Carlos Ramallo y el cura Jazminoy) fundaron el club de Virreyes, que forma rugbiers y brinda una fenomenal ayuda a niños y adolescentes, tanto en el juego de la pelota ovalada como en la educación y la formación religiosa. ¿Por qué lo hacen? Porque son amigos, bien dispuestos a dar una mano a los demás.
No muchos saben que CASI nació como club de fútbol y que veintiuno (21) de sus socios integraron el Seleccionado Argentino de Fútbol.
No muchos saben que un hombre de SIC (antes había jugado en el Club de Gimnasia y Esgrima y, durante muchos años, en el CASI) fue campeón olímpico de boxeo. Fue el “Mono” Arturo Rodríguez Jurado, un fabuloso deportista. Dos de sus tres hijos varones, Arturito y Marcelo, fueron Pumas y fieles seguidores de la capacidad atlética de su papá.
La semana previa al clásico de la ciudad del rugby es muy especial. Nacen bromas y se pasan E-Mails con mensajes llenos de humor y picardía. También se disputa un torneo de golf entre “veteranos” de un club o del otro. Después quedan las anécdotas y los vaticinios sobre el resultado del partido del próximo sábado. Para muchos de los mayores, la reunión continúa en el almuerzo previo al clásico, cuando se lucen oradores de la talla de Ricardo Pasman o Eduardo Oderigo.
No importa cómo estén ubicados en la Tabla de Posiciones. Los choques entre CASI y SIC son parejos, duros y con resultados impredecibles. Los que juegan dejan el alma dentro de la cancha; los de afuera los alientan hasta quedar afónicos. Todos, protagonistas y espectadores, saben que viven una jornada única, donde San Isidro justifica su título de “Ciudad del rugby”.
1 comentario:
Felicitaciones por estos artículos. Nos hace muy bien conocer gente que hizo historia en este deporte, ya sean nacionales o del exterior.
Saludos para toda la gente del Roca Rugby; siempre disfruto de su página.
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